viernes, 15 de junio de 2012

A remolque


Tres victorias. Solamente tres más, y las puertas de la eternidad se abrirán de par en par. Ni periodistas, ni entrenadores, ni aficionados; el basket. Él será el que decida su nuevo rey. El legítimo.

Miami ha empatado la serie, ha usurpado una victoria del Chesapeake Energy Arena. En medio de la tormenta; los Heat vieron el Sol. Un Sol que en Miami brillará con mayor fuerza.

El inicio del segundo partido fue un calco del primero, los Thunder salieron nerviosos y imprecisos, en defensa permitieron penetraciones demasiado cómodas a LeBron y a Wade, que se marchaban de su par con tremenda facilidad, y Ibaka no podía hacer nada para detener la temprana hemorragia.
Los exteriores de los Thunder estuvieron demasiado laxos en defensa, fiaron su suerte a las ayudas intimidatorias de Ibaka, pero hasta la segunda parte el congoleño no volvió a ser temido.

Scott Brooks permitió que los Heat aprovechasen esa desigualdad. Debería haber sacado a Harden mucho antes, pero fiel a su inmovilismo táctico, lo dejó en el banquillo el tiempo que había previsto de antemano. Cuando Harden salió, el marcador ya reflejaba un sangrante 16-2 para los Heat.
Al descanso, “The Beard” hizo más puntos (17) que el dúo Westbrook-Durant (15), pero en la segunda parte las cosas iban a cambiar.

En la segunda mitad aparecieron Westbrook y Durant en ataque, y un inconmensurable Ibaka en defensa. Harden ya no estaba solo. Pero a pesar de la mejora, del empuje salvaje de los Thunder, Miami resistía. Aguantaba con firmeza los golpes que iba recibiendo, se doblaba, se tambaleaba, pero no caía. Esta vez no.

En la segundo tiempo, Oklahoma empezó a enjuagar, lentamente y a trompicones, la diferencia que los distanciaba. Los Thunder cabalgaban cada vez más deprisa, mientras que los Heat aminoraban el galope. El acierto de Durant y Westbrook subía, y el muro defensivo de los Thunder iba creciendo más y más, sellando su zona, prohibiendo la entrada a molestas incursiones rivales.

Al inicio del último cuarto, y con un 80-69 favorable a los Heat, Durant cometió la quinta personal. Brooks lo mantuvo en pista. En ese momento todo cambió.
Con la espada de Damocles encima de su cabeza, Durant sacó su mejor juego, sacó al MVP que lleva dentro. Parece que cuando mayor es la presión menor es el temor. El joven Kevin hace gala de una firmeza y una seguridad insólitas. Su determinación es inmensa. ¿El miedo? Para él no existe. Si en el último cuarto del primer partido se fue a los 17 puntos, en este llegó a los 16. Anotó los mismos puntos que en los tres cuartos anteriores, para un total de 32. 

Con 98-91 y 54 segundos por jugar, los Heat a duras penas conservaban el margen que habían logrado en el primer cuarto. Con sendos canastones a tabla de LeBron y Wade y la vital, y perenne, aportación del mariscal de Duke, Shane Battier (16.5 puntos y 9/13 en triples en la serie), Miami mantenía la exigua ventaja.

Tras una perdida de Wade, Durant lanzó un triple para colocar a su equipo a tan solo 2 puntos. La remontada estaba cerca, más cerca que nunca.
El triple de Durantula quiso ser contestado. LeBron quería enmudecer Oklahoma, responder a Durant y a su críticos, hacer ver al mundo que él también era capaz de hacerlo, pero su triple fue repelido por el aro con la misma dureza con la que es atacado por sus detractores.
En la siguiente posesión, y con 14 segundos para el término del encuentro, Durant tuvo la oportunidad de empatar el partido, pero una defensa de LeBron, que a mi entender debió ser penalizada, impidió a Durant igualar el partido.

Fuese como fuese el resultado ya es inamovible y los Heat vuelven a casa con un botín muy valioso. Miami ha conseguido algo que hasta ahora nadie había sido capaz de conseguir en estos Playoffs, ganar en el Chesapeake Energy Arena.

En los próximos partidos Oklahoma deberá empezar concentrado, mostrar la decisión que ha mostrado en los finales de encuentro y mantener una linea constante de intensidad defensiva. Si no es así, Miami se lo hará pagar. En el inicio de los dos primeros partidos, mientras los Heat galopaban velozmente, Oklahoma permanecía en el establo. En el primero pudo recortar la ventaja, no así en el segundo, y difícilmente podrá hacerlo en los siguientes tres enfrentamientos, en campo enemigo.





Los jinetes de Oklahoma deberán dar lo mejor de si desde el inicio si no quieren que el corcel de Miami se convierta en caballo ganador.


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